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[Texto leído en la presentación del libro Figuras de la crítica. La (de)formación del sujeto como problema histórico en Marcuse, Foucault y Butler (2022), Cuaderno SUM 20, realizada el 06 de abril de 2023 en la Pulquería Los Insurgentes.]

Figuras de la crítica. El sujeto y su secreto

A propósito de la crítica histórica de Andrés Luna Jiménez en Figuras de la crítica: la (de)formación del sujeto como problema histórico en Marcuse, Foucault y Butler

Berenice Amador Saavedra


En el principio había sido el Caos

En el principio había sido el caos, mas de pronto aquel lacerante sortilegio se
disipó y la vida se hizo. La atroz vida humana. -Han de ser por ahí de las
cuatro- repuso la voz de uno de los caciques-; nos queda tiempo de sobra…
En el principio había sido el Caos, antes del Hombre hasta que las voces se
escucharon. / La respuesta del cacique no fue inmediata, sino que hizo un gran
espacio de silencio, como oráculo misterioso y grave para decirle a Ventura
[ …] las horas que eran en esos momentos de la madrugada. -Por ahí de las
cuatro. Nos queda tiempo de sobra; pero hay que darnos prisa.
Entonces como si lanzase pequeñas chispas invisibles de alguna remota hoguera
-el mismo breve y menudo estallar de troncos al abrazo de un fuego igualmente
lejano-, la noche produjo en uno y otro sitio, en uno y otro rincón de las
tinieblas un extraño rumor de misteriosas crepitaciones, herida aquí y allá por
un viento de puñales, primero dulce y espaciadamente y después en un allegro
cruel, impetuoso y joven.
Gregorio entrecerró los ojos pero ya no puedo experimentar nuevamente
aquella otra sensación del principio, en el tiempo del Caos, cuando se recostara
en el tronco de la ceiba desde donde intentaba comprender lo que ocurría: el
amargo y seductor hechizo había desaparecido, el sortilegio se había disipado y
ahora todo era en extremo diferente.
Los días terrenales, José Revueltas.

En el principio había sido el Caos, un Caos donde el hombre no se poseía a sí mismo ni a su voluntad, pero al escuchar las voces el hombre empezó a hacerse ilustrado y buscó para sí la autodeterminación y dejar atrás la tutela de la heteronomía. Es aquí donde al decir de Andrés Luna, en la introducción a su libro Figuras de la crítica: la (de)formación del sujeto como problema histórico en Marcuse, Foucault y Butler, vemos cómo la emergencia de la crítica -ya como cierta disposición de ánimo frente a la forma como el hombre se produce a sí mismo en su relación con la naturaleza, con otros hombres y consigo mismo, ya como la investigación dirigida hacia la inteligibilidad de las condiciones de posibilidad de tal autoconstitución-, permite al hombre ilustrado plantearse dicha autoconstitución como un problema que interrelaciona los conceptos de crítica e historia siendo la formación de la subjetividad el núcleo por antonomasia de la problematización de la crítica histórica.

   Así, en Figuras de la crítica: la (de)formación del sujeto como problema histórico en Marcuse, Foucault y Butler, Luna Jiménez se propone revisar de manera magistral las figuras de la subjetividad contemporánea que los y la autores problematizan en el que Hobsbawn llamaría el corto siglo XX, poniendo especial atención en la manera en que para cada uno de ellos la crítica configura la historicidad del sujeto y de sus condiciones de posibilidad, es decir, de las condiciones de posibilidad de la subjetivación, al tiempo que nos lleva con gran maestría y diligencia por el itinerario teórico-metodológico con el talante crítico de su compromiso político, que los y la autores recorren para hacer inteligible el problema de la constitución del sujeto, sus posibilidades, sus límites, y mejor aún, los campos que esa misma constitución habilitaría para conseguir una subjetivación tal que sea real, que en efecto permita la autodeterminación y actualice las potencialidades de los hombres.

Las figuras del sujeto

El punto de partida es la asunción de que la realidad histórico social es en sí misma inteligible en la medida en que el hombre como sujeto dirija su actuar guiado por su propia razón, pero con un uso de la razón que se sabe limitada. Así la emergencia de esta capacidad de autoconstituirse autónomamente permite hacer inteligible que la realidad cuenta también con su historicidad y que en una correlación tanto el sujeto constituido como la realidad se pueden trasformar.

   Ahora bien, siguiendo las indicaciones del autor, Marcuse, Foucault y Butler parten de problematizar los diversos momentos críticos que sucedieron después de la Ilustración y que han terminado en la explotación, el sometimiento y la muerte de miles y miles a lo largo de todo el globo y que imposibilitarían nuestra confianza ciega en los avances tecno-científicos, pues con ellos, a pesar de ellos, no se ha conquistado el estadio de autonomía y libertad humana, ni en su producción material ni en su desarrollo psíquico.

   En esta problematización la primera revisión que encontramos en el texto, “I. Marcuse: teoría crítica y formación sociohistórica de la psique”, es la manera en que en Herbert Marcuse la crítica y la inteligibilidad de las condiciones materiales sociohistóricas se articulan para dar el diagnóstico sobre cómo en plena estabilidad economía de la sociedad norteamericana de la posguerra la identificación anímica del yo con las dinámicas de goce y consumo producen dos efectos, por un lado, la administración sistémica del deseo, y por otro, la asunción de que por ser la realidad una apariencia objetiva el hombre no puede autoconstituirse como sujeto pues ve mermado su potencial de autoconstitución por la unidimensionalidad de dicho status quo. Diagnóstico al que llega Marcuse a partir de dirigir su investigación sobre las condiciones de posibilidad de la subjetivación a los momentos históricos que le tocan vivir en su exilio por el nazismo y con las herramientas teóricas del marxismo, la Teoría crítica y la historización del psicoanálisis freudiano.

   El segundo momento de su revisión es la propuesta genealógica de Michel Foucault, “II. Foucault: saber-poder y ontología histórica del sujeto”, quien regresa a los supuestos kantianos del sujeto trascendental, para establecer que en cada formación histórica existe una articulación entre saber y poder que moldea heterónomamente mediante dispositivos (discursos, prácticas, y legitimaciones epistemológicas) los deseos, los miedos, los cuerpos y nuestra forma de entender nuestra relación con lo otro -la naturaleza, los otros hombres- y con nosotros mismos. Así, la crítica que entraña este posicionamiento estaría dirigía a hacer inteligible aquello de lo cual debe desprender el sujeto, es decir, su sujeción. El sujeto así está sujetado en su propia formación a los campos y reglas de acción que la articulación saber-poder determinan.

   La última figura que Luna Jiménez revisa es la propuesta de Judith Butler, “III. Butler: ambivalencia y performatividad de la sujeción”, quien partiendo de la comprensión de sujeto de Foucault busca dinamizar la problematización del proceso de sujeción recurriendo a Hegel y al propio Freud, para temporalizar la heteronomía de la cual somos sujetos y hacer inteligibles las condiciones de posibilidad de una indeterminación.

La crítica histórica

Puestas en diálogo las estas tres figuras de la crítica, Andrés Luna Jiménez nos señala que, si bien cada uno de los autores y autora busca con su crítica no sólo quedarse en el momento de la descripción sino hacer de esta investigación sobre las condiciones de posibilidad de la subjetividad un momento de ruptura de la continuidad, de gran rechazo al status quo de dominación, explotación y muerte, ellos mismos limitan sus alcances no sin antes anotar las potencialidades que en la misma formación del sujeto encontraríamos para trasformar nuestra realidad.

   Así la dialéctica y el psicoanálisis freudiano permiten a Marcuse criticar los mecanismos por los cuales la desublimación represiva administra nuestros deseos y limita el desarrollo pleno de los hombres, crítica que apuntala a su propuesta teórica de la constitución de un ethos estético-político donde Eros venza a Tanatos. Por su parte Foucault, llama al análisis de microespacios donde sea posible desarticular el sistema saber-poder y formar un ethos crítico que permita des-sujetarnos. Y Buttler propone este mismo ejercicio reconociendo en el sujeto foucaltiano cierta ambivalencia, iteralidad y performatividad que permita abrir campos de acción y de desujeción.

   Finalmente, la revisión de estas figuras perfila la urgencia de continuar con esta crítica histórica y apostar por un diálogo que permita atender la totalidad sistémica desde la concreción de las luchas sociales (Marcuse) y también estos microespacios donde se ejerce el poder sobre los individuos (Foucault, Butler) en los términos de una dialéctica negativa que encontramos más acabadamente en los ejercicios críticos y el compromiso político de los teóricos de Frankfurt.

   Para terminar, con ánimo de alentar al lector a acercarse a la crítica histórica propuesta por Luna Jiménez, me gustaría recuperar las líneas finales de “El sino del escorpión” (Material de los sueños, José Revueltas), donde podemos leer y hacer eco de la impronta del autor por abrir, no ingenuamente, estos espacios para la crítica histórica:

¿Para qué nos dijeron aquellas palabras que nosotros creíamos nuestro nombre? ¿Para qué llamarnos malditos, ni eso de ya no trajiste el gasto otra vez, ni aquello de andas con otro […], si todo era para matarnos, si todo era para no dejarnos ser testigos de lo que amamos con toda el alma y que a lo mejor es el hombre?

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